
Textos al Minuto: Viaje a San Pedro Toxin
Por: J. Jesús Jiménez
Aquí les narro un recorrido fascinante al menos por seis o siete municipios: desde Colima, Villa de Álvarez Minatitlán, Cuautitlán de Barragán, Tolimán, Tuxcacuezco Zapotitlán de Vadillo y Comala. Iniciamos partiendo del municipio de Villa de Álvarez a las 5 de la mañana. Somos parte de un grupo encabezado por nuestro excelente guía el maestro historiador y andariego Abelardo Ahumada González.
El primer punto donde nos detuvimos fue en la comunidad de El Zaus que pertenece al municipio de Minatitlán y cuenta con una reducida población pero con una exuberante vegetación. Ahí el maestro Abelardo nos explicó que este era el antiguo camino que conducía a Minatitlán y que también ahora es el paso socorrido por los peregrinos que desde diversos puntos del Estado de Colima cada año hacen el recorrido a Talpa de Allende.
Abelardo es un caminante que por más de 10 veces ha hecho este trayecto y, en consecuencia, el programa que estableció fue muy preciso, en cuanto a los puntos de interés y las explicaciones sobre la historia de este camino que representa hoy en día la vía más corta desde los pueblos del Llano rufiano hacia Manzanillo.
A veces se nos olvida que nacimos para caminar y que nuestras extremidades inferiores están hechas para aguantar grandes recorridos. En el caso de este camino de peregrinos es sorprendente el poder de la de la fe de gente de todas las edades y condiciones físicas y de salud. Por caminos y senderos de esta región, grandes filas se van desplazando en trayectos de entre 10 y 12 días, pasando por esta geografía extraordinaria de cerros, lomas y Llanos.
Este camino entre el Cerro Grande -que divisamos al poniente del Valle de Colima-y otros montañas de la Sierra de Manantlán es único y como le dije al maestro Abelardo Ahumada, es un privilegio recorrerlo. Si le pusiéramos cifras, valdría miles de dólares; por lo fascinante de su historia humana y geológica, desde los orígenes de los tiempos.
En su dimensión de rescate natural de esta enorme riqueza forestal e hídrica, acoto aquí, reconociendo el atino que solamente un presidente que ama la naturaleza pudo haber asumido la decisión de declarar a las montañas volcánicas del Nevado y el Volcán de Fuego, y su hermano, el Cerro Grande: el general Lázaro Cárdenas. Y perdonen que parezca un párrafo intruso porque no es el tema, pero este rescate se asemeja también al recientemente logro del gobierno de la Cuarta Transformación, de rescatar ya el lago de Texcoco, para beneficio de los habitantes de la zona, del país y de la humanidad; y de la flora y la fauna. A otro punto.
El Puerto del Toxin. El espíritu siente un regocijo y plenitud inmensa al ver enormes macizos de roca, impresionantes, que se cortan a plomo; abriendo un estrecho que los geólogos explicarían de mejor manera, yo lo hago desde un punto de vista especulativo.
Qué torrentes enormes abrieron este camino? ¿Cómo es que se abrieron los cerros? ¿Qué enormes cavernas y profundos subterráneos se abren o se ramifican bajo estas hermosas montañas?
Como sostiene el maestro Abelardo Ahumada, por estos pueblos que conservan todavía sus nombres originales Toxín, Teutlán, Tolliman, Tuxcacusco, Apulco, Zapotitlán, Mazatán, Tetapan; se desplazaron aquellas migraciones de las tribus que señala la tradición chicomostoc, y que siguieron el torrente fusionado por las aguas de los ríos Ayuquila y Tuxtlacuesco y que luego, kilómetros abajo, rumbo al Pacífico se nombra Río Grande o río Armería.
Este es uno de los viajes que contaré por el resto de mi vida, impregnado de un encantamiento de aprendiz de naturalista.
Muchos colimenses que desde la zona metropolitana del Valle de Colima solo visualizamos las ingentes montañas volcánicas y el majestuoso lomo del Cerro Grande, no sabemos que detrás, arriba y debajo de El Terrero, hay un paisaje encantador, una representación simbólica de los grandes cañones y barrancas profundas que hay a lo largo de la geografía americana.
Quiso el maestro Abelardo que la salida fuera muy de madrugada, para que viéramos en su esplendor, en su magnificencia, con los tenues brillos de la Aurora matinal que se asomaban sobre la cresta de las montañas; esta geografía de acantilados, de enormes macizos de roca, que parecían descolgarse de los cerros del municipio hermano de Cuautitlán, prez y honra del caudillo revolucionario y cacique, Marcelino García Barragán.
Era necesario estar ahí para poder escribir esta crónica.
El camino entre los cerros de Colima y de Jalisco está en muy buenas condiciones, al menos en este tiempo de secas. Es un camino de piedra ahogada, es decir de rocas plantadas sobre un lecho de cemento.
Qué bello camino. Y a no ser por un enorme tendido de red eléctrica, gigantesco, el paisaje ciertamente parecería prehistórico. Es una belleza caminar por el Puerto de Toxin, punto que tiene una sobrepoblación de ¡siete habitantes!, y ver el Cerro de Enmedio y al fondo, de repente, aparecen, antes de descender sobre un sinuoso trayecto, los cuadros de cultivo y el mapa enorme de El Llano Grande.
No acabaré de agradecer al maestro Abelardo Ahumada que me distinguiera con esta generosa invitación y la privilegiada también compañía de otras personas que disfrutan del recorrido y de la explicación exquisita y documentada, de nuestro cronista e historiador. Con referencias certeras y puntuales, de documentos históricos, le da un plus extraordinario a estos recorridos que son ya un patrimonio cultural, por las referencias y los registros que publica, tanto en forma escrita como en video-documentales. Por cierto, en estos días previos a la conmemoración de los 500 años de la llegada de los españoles y la fundación de la primera villa española de Colima en sus términos del segundo sitio, está produciendo capsulas culturales y videos de mucho interés y precisa investigación histórica.
Yo no tenía el gusto de conocer esta parte si bien por este extremo de Jalisco, en mi vida de migrante de tres suelos allá por el 68, toqué las narices de Cuautitlán de Barragán, más específicamente de La Huerta Jalisco. Pero este recorrido desde Colima al occidente de la zona metropolitana, más allá del Cerro Grande para bajar a San Pedro Toxin; era mi ilusión.
Mirar el enorme paisaje, visualizar profundas barrancas y respiraderos por los que en tiempo de lluvias se filtran grandes torrentes que luego abastecen de agua a los pueblos del Llano Grande y a los pueblos de Colima a la vera occidental del Ayuquila o Río Grande y que se manifiestan en paradisíacos balnearios, aunque ahora muy choteados por ramadas comerciales y estridencias musicales.
Tramo más impresionante, en términos de geología paisaje y sendero es el paso del toxin. Luego de una explicación precisamente entre el límite de Colima con Jalisco llegamos a un punto donde se visualizan unas construcciones que son un monumento a los mártires de Tacamo, de la Cristiada. Y de ahí en adelante, rumbo a San Pedro Toxin, el camino es- insistimos- encantador entre los cerros, con esporádicas casitas montadas en el potrero para la ordeña, la siembra o el cuidado del ganado.
Entre las curiosidades que encontramos destacan la imagen de una burrita muy bella que admirarán ustedes aquí en la imagen; árboles de zapote blanco (manjar exquisito) nuestra enorme gratitud a quien los plantó en este trayecto, pensando en hacerles agradable el trayecto a quienes por ahí transitan.
No podían faltar en este escenario de desierto y de rocosas montañas, los alimentos y la fruta del pueblo mexicano: el nopal y la pitaya.
Enormes rocas se van observando al paso y entre la parte occidental asoma sus rayos benefactores el omnipresente sol. Estamos viendo sombras y luces; sombras proyectadas por la enorme mole del cerro, y luces, porque los primeros destellos caen en las puntas de la parte opuesta, ya en los cerros de Cuautitlán.
No solo es un punto de atracción, este trayecto, para los geólogos, para los espeleólogos, para los observadores de aves, para los peregrinos; sino también para los naturalistas y los estudiosos de la geografía y la historia cultural.
Y en este punto confieso que mi interés principal era el de hacer un registro cultural y literario: visitar el punto relevante en la historia de los Pérez Rulfo: la famosa hacienda de San Pedro Toxin y el poblado de este mismo nombre.
Estamos hablando de mi interés por conocer físicamente elementos propios que dieron origen al más grande escritor mexicano y uno de los cinco más grandes del mundo: Juan Nepomuceno Pérez Rulfo Vizcaíno cuyo progenitor fue asesinado por la espalda por un tolimense hijo del mayordomo de la Hacienda dicha.
Yo me imaginaba a San Pedro Toxín como un sitio polvoso, arenoso , donde el viento llevaba y traía el polvo como tamo de maíz. Pero al descender de ese enorme boquetón entre cerros que es el Puerto del Toxín, abajo se visualizaban San Pedro Toxin y Paso Real. El maestro Abelardo fue realmente muy didáctico en explicarnos la geología, mejor dicho la orografía y la situación hidrológica. Nos explicaba como en el cerro hay grandes oquedades verticales, profundas cuevas que tuvo que visualizar y que conoció a través del libro del espeleólogo o explorador de cavernas del Cerro Grande, Carlos Lazcano Shagún.
Las lluvias llenan estas estructuras montañosas con grandes cavidades y luego las aguas afloran en Zacualpan, en Juluapan en Agua Fría y a lo largo del Río que allá arriba se llama Ayuquila y que abajo se va llamando hoy en día Rio Grande o Armería, pero que las crónicas refieren su nombre Nahualapam.
En la parte de San Pedro Toxin afloran los grandes borbotones es un sitio denominado La Taza, hoy convertido en el centro turístico pero que también naturalmente capta las aguas para distribuir en los cultivos. Y a este punto quería llegar, a san Pedro Toxín. Por lo que en cuanto llegamo a él, lo primero que hice fue retratar el templo, y de ahí nos trasladamos a donde se revuelven las aguas del Ayuquila y el Tuxcacuesco,a unos cuantos metros de San Pedro Toxin.
Me quise beber el paisaje con la cámara de anacrónico y pequeño celular. Una de las primeras tomas fue registrar el templo, enfocándolo hacia el ocaso. Una bella construcción al pie del Cerro Grande, donde nace. Luego me encuentro con los restos de la famosa Hacienda de San Pedro Toxin que administraba el padre de Juan Rulfo hasta su muerte asesinado en un punto llamado La Agüita.
Este tema de la muerte del padre de Juan Rulfo en relación con sus orígenes como escritor ya lo he manejado en un ensayo. Ahora tenía el interés de conocer el sitio del benefactor y protector de aquel joven desamparado de padre y madre que era Juan Rulfo: me refiero al Coronel David Pérez Rulfo su tío.
Tuve un amigo ya grande de edad que murió hace un año y no recuerdo lamentablemente sus apellidos, simplemnte le decíamos “Manuelito”, originario de Tolliman, Con riesgo de error, sus apellidos me parece que eran Palacios Espinosa , quien también, por cierto, sufrió la muerte de su padre asesinado. Contaba don Manuelito que durante muchos años, el coronel David Perez Rulfo cada año acudía a San Pedro Toxin- se entiene que a la muerte de su hermano, el papá de Juan Rulfo, se habría hecho cargo de la Hacienda; y que lo primero que hacía era reunirse con las personas del lugar y les decía que el primero que le llevara un venado le daría una escopeta o un rifle nuevecito.
David Pérez Rulfo en ese entonces, naturalmente, era un personaje relevante sin que entonces su sobrino Juan Rulfo fuera el enorme autor universal. Me parece interesante en este contexto rulfiano la historia de David Pérez Rulfo. Había sido militar combatiente en la Cristiada, cubriendo esta zona de Jalisco. Debió estar bajo el mando de Maximino Ávila Camacho. No me voy a detener a insistir aquí que en el cuento ¡Diles que no me maten! está personificado por ser este un cuento autobiográfico del autor de Pedro Páramo. También esto es muy importante: fue compañero de armas en la revolución de quien luego fuera el inmenso muralista David Alfaro Siqueiros. Y otro dato adicional sobre David Pérez Rulfo: fue administrador del penal de lecumberri en donde estuvo preso el coronelazo a quién le tuvo grandes consideraciones permitiéndole salir a la cantina y alguna vez convivieron ambos con el diplomático Neftalí Reyes, alias Pablo Neruda, comunista admirable.
Juan Rulfo convivió mucho con su tío benefactor quien por cierto se casó a en Sayula en una visita que hizo a esta ciudad. Es curioso que en su acta de matrimonio se declare libre pensador. Aunque es lógico, pues recientemente había participado combatiendo a cristeros. En San Pedro Toxín registramos los restos del cacicazgo de los Pérez-Rulfo, representado por unos gruesos muros de ladrillo de adobe y de un pequeño canal o acueducto que debe de tener más de 150 años.
De ahí nos fuimos a donde nace el Río Grande. La explicación del maestro Abelardo fue muy didáctica, gráfica, visual diríamos; pues nos indicaba que por la parte oriental bajaba el Ayuquila y por la parte oriental, el Tuxcacuezco, fusionándose. Siendo visible identificar la claridad de una agua de la otra más oscura. Ahí, en este paraje risueño se bañaron en las frescas aguas los que quisieron. Yo no -a aunque el cuerpo me lo pedía- porque iba de agregado en un vehículo particular, y hubiese empapado el asiento, porque al no llevar traje de baño, había que bañarse con ropa. Así que me quedé con las ganas de sumergirme en el caudal de tan importante afluente que baja y alimenta miles de hectáreas en las márgenes de nuestra entidad, a su paso hacia el gran Pacífico.
Ciertamente en este mes de abril, desde lo alto del Puerto del Toxin, El Llano Grande se ve con recuadros amarillentos copados con una ligera niebla que en este caso no es más que polvo que se levanta por los remolinos que causa el viento. Habría que conocerlo en tiempos de lluvia y seguramente el verdor sería también encantador (salió verso sin esfuerzo).
Luego de este descanso, nos enfilamos hacia Cuatro Caminos, viajando por una carreterera de medio pelo, polvosa, entre grandes extensiones de cultivos de agave, aguacatales y viñedos que envidiaría en sus primeros años el Valle de San Joaquín, en California.
Ahí en ese punto de donde se puede ir ya sea a San Gabriel-Ciudad Guzmán; ya sea a Zapotitlán-San José del Carmen; ya sea hacia Autlán-El Grullo-Ayutla; o ya sea hacia atrás, de donde veníamos, rumbo al lejano el Manzanillo.
Paramos en el restaurante El Paraíso del Llano, a donde conocimos la historia de la bebida "Faustina", una invención tan sorprendente en su origen, como la atmósfera cultural de la zona. Es una especie de ponche de ciruela macerada, naranja agria, y, por supuesto , mezcal.
Después de degustar los alimentos y disfrutar de una sobremesa cultural relevante, tendida por las aportaciones ilustradas de las y los compañeros del recorrido; nos trasladamos por la ruta de regreso Zapotitlán-Mazatan-San José del Carmen- Comala-Colima, sin que el recorrido perdiera ese encanto de un mundo prehistórico, geológico, mágico, mesoamericano.
Son de esos viajes únicos en el mundo: flora encantadora, montañas y paisajes volcánicos, barrancas profundas, polvo y cactus; desfile de pueblos con denominación mesoamericana o náhuatl. Un encanto.
Gracias por leer y compartir.