
Estación Sufragio: Azu exige cuentas
Por: Adalberto Carvajal
La regidora Azucena López Legorreta hace su trabajo cuando pide, en cabildo, que el alcalde Riult Rivera transparente las finanzas de los ya numerosos festivales que ha venido realizando en los meses que lleva gobernando el municipio de Colima.
Azucena ‘la de Morena’ da voz a los cientos de capitalinos que se hacen preguntas pertinentes. De entrada, ¿cómo es que hay dinero para organizar esta clase de eventos –por muy loables que sean sus fines–, pero no los hay para cumplir con la función sustantiva del ayuntamiento?
Un alcalde no es un presidente de la república en chiquito sino el gerente de la ciudad. La Comuna está obligada por ley a prestar servicios públicos, mantener y mejorar el equipamiento urbano, regular las vías de tránsito y la circulación vehicular, u ocuparse de las tareas de proximidad en la seguridad pública. Estas responsabilidades no se pueden obviar, y menos en aras de tener liquidez para los festejos.
Al edil capitalino le salen bonitos los festivales, pero la razón de ser del ayuntamiento no es fungir como empresa promotora de ferias y espectáculos musicales. Por lo demás, los comerciantes involucrados siguen lamentando que cada administración quiera inventar el agua tibia y que, particularmente, los funcionarios de Riult se nieguen a seguir las fórmulas ya probadas por anteriores munícipes, muchas de ellas recetas que con los colaboradores de Margarita Moreno alcanzaron el trienio pasado su máxima eficacia.
Cada vez más la organización de estos festivales evidencia que la plantilla laboral del Ayuntamiento está al servicio de agencias de relaciones públicas, que se asumen como propietarios del evento. Si el alcalde va a concesionar a particulares los festivales, que lo haga explícito. Y que rinda cuentas para ver si, acaso, el municipio no está socializando las pérdidas y privatizando las ganancias.
Con información privilegiada, Azu hizo otras preguntas todavía más incómodas. ¿De verdad contrataron un vuelo privado para traer a la conductora Galilea Montijo a clausurar el Sabora Fest? Y, en serio, ¿la Gali cobró un millón de pesos por presentarse?
LA GUADAÑA VIAL
Más allá de la derrama económica o de los ingresos que tuvo la tesorería municipal, y al margen de las bondades que tienen estos festivales como parte de una estrategia para la recuperación del espacio público y la restauración del tejido social, el tema de los gastos y de dónde vienen los recursos para organizar estos eventos es clave para los cientos de conductores que han sido multados en la implacable campaña de la Comuna para mantener los límites de velocidad en el tercer anillo periférico.
Que el fin es recaudar dinero contante y sonante– no la educación vial de los conductores de la zona metropolitana, carentes ya por sí de la mínima cultura de manejo–, lo evidencian los operativos mismos.
Si el objetivo fuera reducir la velocidad, bastaría ubicar una patrulla con la torreta encendida para desalentar a los automovilistas correlones. Pero Riult pasó directo a la etapa 2 en lugar de iniciar la campaña con una fase preventiva, colocando por ejemplo un arco indicador de velocidad como el que puso Tey Gutiérrez en la misma vialidad, en su primer periodo como presidenta de Villa de Álvarez.
La comparación con la administración de Tey es válida porque, en el tramo del tercer anillo que corresponde al municipio conurbado, la velocidad máxima es 80 kilómetros por hora, no los 60 fijados en Colima.
Con una inversión mucho mayor a la que supuso la compra en el comercio electrónico de los radares que están usando los ‘mordelones’ de Riult, Tey instaló esos indicadores en un segmento donde la velocidad está regulada por los constantes cruces a nivel y, concretamente en esa parte, por el columpio del paso inferior bajo la Prolongación Hidalgo.
Por mucho que quieran correr, los conductores que van a la altura de Plaza Sendera con dirección oriente tienen que detenerse en el semáforo de V. Carranza. A partir de ese ‘alto’, en un trecho donde la circulación se vuelve fluida porque no hay otro semáforo sino hasta el entronque con las laterales del viaducto Ejército Nacional, la velocidad máxima se reduce a 60. En una obra que se presupuestó en su tiempo como ‘libramiento carretero’, alguna autoridad puso una señal absurda que advierte: “Esta vía no es de alta velocidad”.
‘Deberías ver los accidentes mortales que ahí han ocurrido’, me dicen testigos oculares de estas volcaduras cada vez que critico el absurdo de imponer un límite de 60 km/h. Y sí, no se trata de convertir el tercer anillo en autódromo, pero tampoco de ser demagogos.
¿A cuántos han multado por exceso de velocidad? Cien diarios no es un cálculo exagerado. Y si todos aprovechan el descuento por pronto pago, son 800 pesos por cada infracción. Con eso, claro que hay dinero para pagarle el avión privado a Galilea. Aunque Riult tendría que evaluar si la sonrisa de la tapatía cubre los costos políticos de la guadaña vial.
EL MAR DE GALILEA
Y miren que no tengo nada contra la Montijo. Es un ejemplo de resiliencia. Sobrevivió emocionalmente a una relación sentimental con Cuauhtémoc Blanco. Y, siendo actriz, fue descartada como estrella de telenovelas para ser encasillada en el papel de conductora.
En estas emisiones impuso un estilo que nunca encontraron los animadores de programas de concursos o actores cómicos improvisados como presentadores. Y tampoco ha sido superada en ese rol por otra figura femenina. Su presencia en la revista matutina Hoy es arrobadora, y se nota cuando Galilea no está.
Alguien filtró que suele emborracharse con vino tinto, y desde entonces bromea con los efectos de la ‘agüita de jamaica’. Quizá esa predilección por los buenos ‘caldos’ (término que ofende a los gastrónomos, pero que encontramos en las traducciones al español de las novelas de Alejandro Dumas) fue lo que movió a los organizadores a tenerla como invitada en una muestra vinícola.
La difamaron diciendo que fue taibolera (al parecer, como las cubanas de las películas, era cigarrera o más bien hostess en un antro de Guadalajara) y ella hace bromas sobre su pasado en el tubo aunque, a diferencia de la cantante María León, nunca haya mostrado sus habilidades en el pole dance.
En su libro ‘Las señoras del narco’, Anabel Hernández la vinculó al capo Arturo Beltrán Leyva. Pero la ‘revelación periodística le hizo a Galilea ‘lo que el viento a Juárez’ o, actualizando la referencia, lo que los reportajes de Latinus a López Obrador.
Como decía mi amigo Paco, “ya no es una chiquita ni dos” pero sigue luciendo espectacular. ¿Cuánto valor tiene la imagen pública de Galilea que el alcalde Riult Rivera no dudó en pagarle un avión privado con tal de que viniera a cerrar su festival? Por su parte, la secretaria de Bienestar del gobierno del estado, Viridiana Valencia, tampoco lo pensó dos veces al tomarse la foto con la Montijo y subirla a sus redes sociales como una de sus acciones oficiales más importantes de la semana.
COMUNIDAD DE MUJERES
“Me he dado cuenta de una cosa: las mujeres hacemos comunidad. No sé si es debido a una cuestión de supervivencia, un rezago evolutivo, un rasgo aprendido, o simplemente que nos aburrimos y deseamos hablar. Pero hemos hecho comunidad”, escribe mi amiga Myrna Pérez que, junto con su esposo Manu, como parte de su plan de jubilación hacen en sentido inverso una parte de la ruta de la seda, a bordo de un camión MAN habilitado como casa rodante.
“A lo largo de este viaje hemos topado con más viajeros, nómadas, desarraigados, sedientos de aventura, tal como nosotros. Y en todos los casos las mujeres hemos dado el primer paso para el encuentro. El ritual suele ser el mismo, nos miramos, nos sonreímos, hablamos en inglés tratando de averiguar de dónde somos, hace cuánto viajamos y hacia dónde vamos. Luego ya hacemos las presentaciones del vehículo, y si la cosa se tercia involucramos al marido.
“Todo termina ahí, si la pareja en cuestión sigue un destino diferente al nuestro. No así cuando, con alegría, averiguamos que compartimos la misma ilusión y un camino similar. Entonces intimamos más. Nos compartimos contacto, nos agregamos en las aplicaciones que pueden ubicarnos siempre. Y a partir de ahí comenzamos a enviarnos referencias diarias, saludos y lo que haga falta para asegurarnos de que vamos bien, y que tal vez sigamos coincidiendo.”
A propósito del encuentro de Mil y una mujeres por la Transformación, me pareció correcto aportar este relato de mi antigua compañera de la licenciatura, como una ponencia virtual en las mesas de trabajo y contribución a las conclusiones del plenario.
“Mi comunidad se ha ampliado, en mis contactos llevo a Jess, que se encuentra en Bodrum, pues un perro atacó al suyo y ha tenido que llevarlo al veterinario y esperar. Bianca viaja con sus cuatro hijos, entraremos a Georgia en fechas similares, pero antes ella disfrutará un poco más del mar mientras nosotros ya estamos en las montañas de Kapadokya. Recién añadí a Victoria, catalana, jubilada. Ella y Miquel nos han dado un soplo de aire fresco al permitirnos compartir en español.
“Cercanas se encuentran Brigitte, de Los Países Bajos y una inglesa que no he podido averiguar su nombre, pues cuando me acerco insiste en comentarme el dolor que le causa ver a los perros y gatos desamparados, todos sucios y con hambre. En esas circunstancias en que ella vive su dolor personal, es impropio de mi parte y poco prudente que le diga: a propósito ¿cómo te llamas?”
EL SEÑOR BRUN
Un dirigente empresarial me comentaba hace tiempo que, en Colima y en general en el país o incluso a nivel mundial, las empresas familiares no sobrevivían más allá de la tercera generación, a menos que se volvieran compañías más sofisticadas y permitieran no sólo inversión de capitales ajenos al patrimonio heredado sino la contratación de ejecutivos para hacer el trabajo que, por desinterés o falta de talento, no pudiesen realizar los descendientes del fundador.
El sentido fallecimiento de don Guillermo Brun Ramos obliga a señalar cuán excepcional es el caso de la familia de comerciantes que se estableció en Colima hace más de cien años. Del giro mercantil, pasaron al financiero y bancario. Mientras su tienda, La Marina Mercante, se mantiene como una casa independiente cuando otras fundadas por la misma época en distintos puntos de la república desaparecieron o fueron absorbidas.
El Palacio de Hierro y El Puerto de Liverpool, en Ciudad de México, o Las Fábricas de Francia y la Ciudad de Londres, en Guadalajara, en el nombre anunciaban que, si bien algunas de ellas nacieron como cajones de mercancías, tenían el añadido de ofrecer productos importados de Europa. La misma promesa estaba implícita en la razón social que perdió lo ‘mercante’ y acabó, simplemente, en La Marina.
Como almacén, todavía al cumplir un siglo La Marina se mantenía en su edificio original, sometido a un proceso constante de ampliación y remodelación. Pero en las décadas recientes comenzaron una expansión que llevó a establecerse como tienda ancla, en lo que ha sido la plaza comercial más entrañable de la capital colimense: San Fernando.
Y mucho antes de que abrieran una sucursal en Manzanillo, exploraron el potencial de ciudades medianas ignoradas por otras cadenas. Hoy La Marina está presente en La Piedad y Zamora, Michoacán; en Zapotlán, Jalisco; en la capital de Guanajuato y, por supuesto, en el puerto colimense.
Los señores Brun incursionaron a lo largo del tiempo en negocios ya emblemáticos en Colima: la distribución y posterior embotellamiento de Coca-Cola y, muchos años después, la representación regional del conglomerado Heineken que hoy comercializa las marcas de lo que fueron la cervecería regiomontana Cuauhtémoc y la Moctezuma de Orizaba, Veracruz.
Entiendo que se trata de dos ramas familiares distintas a partir de la división de activos entre los Brun de la refresquera y la cervecería, y los Brun de la tienda. Y a riesgo de atribuirle una actividad a unos que en realidad ejercen otros, hay que reconocer la visión que tuvieron los miembros de esta familia para explorar nuevos negocios: desde el mueblero con el esquema de ‘abonitos semanales’ al cultivo de jitomates cherry, ya cancelado; de los proyectos inmobiliarios (lo mismo edificios de departamentos que fraccionamientos) a las tiendas de conveniencia; de la distribución de cerveza a la producción de cerveza artesanal.
Por un lado, sin que las ventas de refrescos hayan disminuido, hoy uno de los principales productos de la embotelladora es el agua purificada. Y los Kioskos, la cadena de tiendas de conveniencia a partir del modelo de Oxxo, innovaron el concepto con una oferta de alimentos tradicionales elaborados por proveedores locales y tiendas con una imagen más colorida y alegre. La geografía de los Kioskos cubre todo el occidente del país, y creo que más allá.
Una y otra cadena han sido tan exitosas que, literalmente, desalentaron el arribo de otras empresas similares, como los 7-Eleven. Y contra el dogma de que son tiendas en las que se compra cuando el horario ya no permite encontrar abierta unos abarrotes o el supermercado, los ‘kioxxos’ –como llamó a su propio local en la avenida de Los Maestros un ingenioso comerciante, hasta que se impusieron los derechos de autor– se han convertido en el expendio que está ‘a la vuelta de la esquina’.